No quiero que mi hijo tenga WhatsApp
- Equipo OFF
- 23 jul
- 2 Min. de lectura
“Mi hijo de 12 años juega a fútbol en un club desde hace años… Esta semana nos han informado de que se comunicarán con los niños exclusivamente a través de un grupo de whatsapp. Mi hijo no tiene móvil… ¿Qué hago?”.

Hace unos días, una madre preocupada escribió a OFF pidiendo ayuda. Recibimos mensajes similares con frecuencia: clubes deportivos o grupos de actividades extraescolares exigen a los menores estar en WhatsApp.
Probablemente sin mala intención y desde el desconocimiento, muchas instituciones ignoran el derecho a la desconexión digital de los menores, y terminan induciendo la hiperconexión de niñas, niños y adolescentes.
Esto normaliza la idea peligrosa de que sin un smartphone no se puede vivir, comunicarse, hacer planes, ni organizarse. Y ejerce una presión sobre las familias para que terminen comprándoles un smartphone, cuando existe un consenso cada vez más sólido entre los expertos de que es fundamental retrasar la entrega del primer smartphone.
Incluso para los menores que ya disponen de un smartphone, contribuye a incrementar el tiempo que pasan con sus dispositivos.
Los hilos de WhatsApp suelen impulsar una espiral de sobrecomunicación y transmitir una sensación de urgencia innecesaria.
Algunas recomendaciones concretas que las familias pueden trasladar a clubes, entrenadores y colectivos similares:
No asumir que todos los miembros usan smartphone ni WhatsApp.
No fomentar el uso de redes sociales o aplicaciones de mensajería entre menores. Ver plan digital de la Asociación Española de Pediatría (AEP)
Privilegiar formas de comunicación directa, claras y accesibles. Por ejemplo: tablones o avisos orales.
Evitar la sobrecomunicación o la dependencia tecnológica innecesaria.
Si de verdad existe una necesidad de comunicación instantánea de manera excepcional, se puede realizar una llamada o enviar un SMS o e-mail a los padres.
¿Has vivido una situación parecida?
Desde OFF queremos ayudarte a desarmar estas dinámicas y pensar, en colectivo, alternativas que favorezcan el encuentro real, y contribuyan a frenar la hiperagitación que imponemos a niños, niñas y adolescentes.
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